A menudo, cuando se habla de los problemas del baloncesto español, uno de los aspectos destacados es la falta de identificación de los aficionados con sus equipos. Esta carencia tiene su origen en, por un lado, la escasez de jugadores de cantera en particular, de esos que sienten los colores muy adentro, y por otro de jugadores españoles en general. Esta sensación se acentúa con el trasiego constante de jugadores extranjeros convirtiéndose en noticia que Bullock o Savané, por poner dos ejemplos, pasen gran parte de su carrera en un mismo equipo o incluso jugando en nuestra liga. Si hace poco escribía sobre la estabilidad en los banquillos como receta para conseguir éxitos no menos importante es la estabilidad en la cancha. No sólo afecta a esa identificación si no a los resultados mismos como podemos ver en un Unicaja que parece haber perdido el rumbo desde, al menos, la última temporada con Aito en el banquillo convirtiéndose en un equipo sin alma.
Tal y como hizo Fausto el Unicaja ha vendido su alma a cambio de unos éxitos que no llegan |